Historias de retratos
Talvez sea morbo. Talvez sea curiosidad. Talvez sea nostalgia o alguna otra razón insulsa que le quiero dar a esta extraña manía. De seguro hay una explicación que desconozco (o prefiero no racionalizar) que me lleva a mirar y remirar fotos antiguas, fotos mías, fotos nuestras, fotos extrañas, fotos, fotos varias. Hago mayor énfasis en aquellas fotos en donde salgo y no recuerdo la circunstancia en que fueron tomadas o son parte de una aventura donde el alcohol era protagonista y ladrón de memorias. No recuerdo.
Empecé mirando fotos de ex-novios y tratando de encontrar razones para creer que son miserables y viven hechos mierda. Ahí es generalmente por donde comienza mi aventura. Gracias a mi sabida habilidad para las computadoras y las redes sociales, me las ingenio para descubrir la manera de encontrarlos por donde se pueda y acceder a aquellas fotos que solo sus amigos pueden ver. Ellos no son mis amigos. Los amigos confían en los amigos y yo dejé de confiar cuando me trataron como basura. Aunque felizmente son pocos, igual aún siento la cólera de la traición más que del desamor. La mentira los sacó de mis amigos, en mi vida personal así como en mis redes digitales. Pero como soy curiosa, entro y miro sus fotos cada ciertos meses con el solo deseo de encontrarlos mal.
Obviamente nadie pone nada cuando no están bien, pero la ausencia de alegrías bastaría para darme la satisfacción que están hechos mierda. Sí, porque se lo merecen. Luego de revisar algunos álbumes aburridos de viajes y fotos “artísticas” o primeros planos poco glamorosos me doy por satisfecha en mi búsqueda y con la certeza de que sus vidas siguen estancadas. Entonces vuelvo la mirada en mí.
La paranoia está presa de toda persona que sabe entrar en la privacidad de otros. Es entonces que pretendo revisar mi propio material audiovisual para analizar todo lo que hay, lo que puede causar cierta sospecha de depresión, tristeza, derrota o angustia. Talvez por eso soy algo “poco social” en los medios sociales, a pesar de trabajar en ellos y conocerlos de pe a pa.
En el recorrido por mi alfombra virtual, sacando manchas, pelos y polvo negativo, encuentro imágenes de no mucho tiempo atrás en donde aparezco agarrando alguna botella licoriosa, mágica y shamánica. La memoria selectiva (aka “la borrachera") hizo que elimine mis recuerdos de los que solo puedo rescatar esta fotografía escaneada. ¿Qué pasó? ¿Qué hice? ¿Cómo llegué ahí? ¿Cómo salí de ahí?
Talvez nunca salí y aún estoy en estado primario sobreviviendo. Solo quiero pensar lo mejor. Atrapada en decisiones que escapan de mis capacidades y buscando la forma de retroceder el tiempo y escogerme a mí. Quiero llegar a donde seguro ya no pueda y sonreír de verdad. Sonreír para mí y retratarme en la mejor luz para gritar al mundo: “Estoy bien”... sin mentir.
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