Te escribo porque no sé muy bien cómo expresarme oralmente.
Además, quisiera decir todo lo que tengo que decir sin olvidarme de algunas cosas.
Sé que no me extrañas, sé que te cansé, sé que no soy lo que estás buscando. Pero, ¿qué estás buscando?
Yo te dije una vez que tenía miedo y me deprimí horriblemente pensando en que no podría soportar equivocarme de nuevo. Pero tú me convenciste que pensar en lo negativo no iba a funcionar y que no piense que tú me harías daño. Pues lo hiciste y eso duele aún más.
También me dijiste que nosotros teníamos una relación y que teníamos que confiar el uno en el otro, pero después de unos días me dices lo contrario. ¿Qué relación es aquella en la que no sientes nada por la persona que se acuesta contigo?
Yo confié en ti, confié en que no me harías daño, confié en que serías mi amigo también, confié en que tus besos eran reales, confié en que tus caricias en medio de la noche eran verdaderas, confié que cuando me hacías desayuno… lo hacías porque me querías y no que era una chica más que se acostaba contigo.
No puedo soportar otra vez equivocarme porque por mas que sea mucho menor que tú, sabes bien que me he equivocado infinidad de veces, más de las que puedo soportar.
Contigo todo andaba bien y no comprendo qué pudo ir mal.
Tú necesitabas cariño y yo te lo daba, yo necesitaba atención y tú me la dabas. Perfectos no somos definitivamente de hecho discutíamos de vez en cuando (¿y quién no lo hace?), pero siempre terminábamos sonriendo o abrazándonos y eso lo hacía especial… eso me llevaba a pensar que todo iba progresando, en vez de ir decayendo.
¿De qué tienes miedo? ¿Que te quiera demasiado? ¿De quererme demasiado? ¿De llegar a enamorarte? ¿De sufrir? ¿De herirme? ¿De herirte? Yo nunca te haría daño.
Si hubieras querido ser mi “amigo cariñoso” pues no te hubieras quedado dormido en mi vientre cuando despertaste esa última mañana. No hubieras dejado que te llene de besos al despertarte o acariciar tu cabello. No me hubieras cocinado los fideos con champiñones que tanto me gustan. No te hubieras puesto triste al abrazarme por última vez.
Yo no pedía mucho, mas que me quieras como me andabas queriendo. Yo no pretendía que me ames, porque yo no te amo. Yo no quiero vivir contigo porque sé que es algo muy difícil y antes que vivir con alguien otra vez, quisiera experimentar vivir sola. Yo no te pedía agarrarte de la mano por la calle ni besarte en lugares públicos. Yo solo pedía que me quieras como me andabas queriendo. Que me digas “cosita”, como me decías. Que juguemos a hacernos cosquillas antes de dormir y ver películas y reírnos juntos de todo e inventar palabras de todo y ver televisión o reírnos de los últimos dvds de Les Luthiers que no llegamos a ver… y ver el Mago de Oz, porque esa película siempre me recordará a ti.
… y que me digas “tu chica”… porque aún siendo no oficial… lo era… lo soy… y lo seguiré siendo porque será difícil olvidar lo lindo que era llegar del trabajo para abrazarte y tomar una Inca Kola helada juntos.
Te quiero… y no puedo dejar de hacerlo… así no me llames o me ignores… o te moleste al venir a dejarte esta estúpida carta y molestarte de lo que tenías planeado hacer. Pero siempre digo lo que siento… así me joda terriblemente… así me duela… así me llegue al pincho algo… trato de decir lo que siento y aquí está.
Ya te extraño… porque sé que no te volveré a ver. Y es difícil dejarte ir o irme otra vez. En poco tiempo te hiciste necesario… te volviste un gran amigo, un gran amante, descubrí que eras una gran persona. Es difícil alejarme de todo eso… de todos ellos.
No espero nada más de ti… solo tus besos… pero si no es eso, no quiero nada.
Cuídate mucho.
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