Avanzando por el sendero de la dulce lejanía...
es mi aliento frío el que me deja vivir
sumergida en la profunda indiferencia de mi ser.
Soy la muchacha mala de la historia.
La que expulsa con suma furia
su propio cráneo.
La que se saca sus propios ojos
para comérselos.
La que cose con grueso alambre
sus rosados labios.
He robado dulces rancios
a las hadas oscuras de la noche
y engendré la más podrida semilla en mi cálido vientre.
El día que naciste,
yo morí cien veces.
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